Cuando era pequeña, mi padre me decía que
tenía que escuchar lo que decían las personas mayores porque ellos eran quieres
tenían la sabiduría. Durante muchos años habían vivido experiencias de todo
tipo que les enriquecía como personas. Eran los guardianes que atesoraban el
conocimiento. En aquel entonces, no entendía exactamente lo que quería decir mi
padre, aunque el simple hecho de escuchar a mis abuelos eran un momento mágico.
Al cabo de unos años en la universidad,
tomaba apuntes que me servían como manuales de doctrinas para hacer los
exámenes de ese profesor. Era curioso, el plan de estudios era único pero el
temario según el profesor difería. Porque lo que era importante para uno no lo
era para otro maestro. Aunque el objetivo final fuera el mismo: adquirir unos
conocimientos que avalaran nuestras aptitudes en esa carrera profesional.
Con el tiempo releí los apuntes
de esas asignaturas, rescatados de las cajas de cartón llenas de polvo y
esperando a ser útiles en el futuro. Mientras pasaba las páginas amarillentas,
reflexionaba sobre el contenido de los apuntes. Ya no se podría aplicar muchas
de las doctrinas allí plasmadas en el mundo en el que vivimos. Lo que quedaba
era la esencia, ese momento mágico de la época universitaria y en la que nos
abrían las mentes hacia un futuro profesional espléndido.
En cualquier caso estoy hablando que todo
lo vivido durante nuestra vida nos marca y nos condiciona para nuestro presente
y nuestro futuro. El conocimiento que nos transmiten, el cómo nos lo
transmiten, el quien nos lo transmite, y sobre todo, lo que nos marca más es la
actitud con la que recibimos este conocimiento.
Si analizo que es la actitud me quedo con
la definición de R. Jeffress, que dice que "la actitud es nuestra
respuesta emocional y mental a las circunstancias de la vida", es decir,
cómo reaccionamos ante las circunstancias, tanto emocional como mentalmente.
Durante muchos años nos entrenamos para
adquirir conocimientos, éstos nos ayudan a desarrollar habilidades que
necesitamos en nuestros quehaceres diarios y para poder realizarlos necesitamos
interacciones con otras personas lo que nos ayuda a conocer mejor la gestión de
las emociones. Esto es una tríada importante hacía una actitud positiva: 1. conocimiento 2. habilidades sociales –3. gestión de emociones.
Siempre ha prevalecido más el
conocimiento, el talento y la responsabilidad individual que no la colectiva y
menos la colaborativa que es la que se promueve ahora con las Redes Sociales e
Internet. José
Ortega y Gasset decía
“Sólo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al
esfuerzo. Si todos prefieren gozar el fruto, la civilización se hunde”.
¿Quieres participar de ese conocimiento
colaborativo y colectivo? Yo sí... quiero poner mi granito de arena a aguantar la
civilización ;-)
Un Vídeo-Sketchnote sobre el Conocimiento Colaborativo y Colectivo